jueves, 9 de diciembre de 2010

"Detrás de la ventana"

                                                    
Estaban allí, detrás de la ventana, entre el guano que dejaron los padres en ese nicho en la pared, emplumándose los pichones día a día.
Aquí, de este lado de la ventana, estaba ella, somnolienta.
Sentíamos, detrás de la ventana, el piar desaforado cuando se acercaba el palomo, que introducía con su pico a borbollones la apetecida comida en sus gargantas.
De este lado de la ventana estaban el ayer y el hoy, el futuro no lo sabíamos.
Estaban los pichones entre las patas de la madre, rigurosamente vigilados del precipicio de la pared; a su lado, el palomo descansaba de su tarea de padre nutriente.
De este lado la incertidumbre.
Del otro la certeza.
Nuevamente la ronda de guardia hizo su rutina, dejando indicaciones
Allí en ese hueco que los cubría de la intemperie del otoño, comenzaban a agitar las alas, desentumeciéndose.
De este lado, el calor de una taza de caldo cubría la débil cuota de alimento.
Pasaban los días y los pichones daban signos de actividad, similar a la inquieta vigilancia de sus padres.
Otra vez en el pasillo esperando la consulta, otra vez la perplejidad.
El sol iluminaba débilmente el recuadro de la pared y los plumones blancos parecían anunciarles a los pichones un futuro virtuoso.
De este lado, mascullábamos la impotencia, la incertidumbre.
Los aleteos eran múltiples ante el amparo a alas abiertas de sus padres para no arriesgar el futuro vuelo.
El estado de lasitud va en aumento, similar a nuestro desaliento.
La madre cuida al más pequeño, mientras comenzaba el otro sus horas de vuelo con su padre.
Los llantos y los abrazos nutrieron nuestra angustia; ella estaba tranquila, con el rostro laxo de la misión cumplida.
Nos acompañó un rumor de pájaros, allí volvió ella a la madre tierra que la esperaba con su vientre abierto.
El silencio, las manos juntas una sobre otra, el rostro bajo como en oración, previo a la orden de que la tierra la cubriera.
Y allí cuando nos íbamos, sobre la tierra recién movida, los pájaros cubrían su hartazgo con las lombrices de la tierra. 

XXIII Certamen Nacional de Poesía y Narrativa breve-Seleccionado-2010 
Antología "El decir textual 2011" Editorial "De los cuatro vientos"                                                

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