sábado, 11 de diciembre de 2010

Homenaje a Cristina Cournou y a los miles de docentes argentinos desaparecidos

                                                                Arte digital

A clase




Lo que Parra dice es muy cierto
Don Nicanor vivió para adentro nuestro oficio.
Traje planchado, cuello tieso,
gafas negras si es posible para esconder las emociones
y un correcto modular del idioma entre los labios,
pero al llegar a casa, comerás guiso del día anterior
y de las sobras del puchero tendrás la “ropa vieja” acicalada
dormirás con tu mujer con los pies juntos
para eludir el agujero de la sábana.
Predica en clase ética y moral,
no te apoyes en la pared, que queda feo.
no sonrías demasiado, perjudica el respeto.
Ten la exacta respuesta a la pregunta,
No te equivoques, la infalibilidad está primera.
La sinceridad viaja con lentitud de hormiga,
debes concentrar tu pensamiento en treinta y ocho jueces,
no puedes estar cansado, la máscara serena
dibujará tu rostro, no palidezcas, no te sonrojes.
Destroza tus nervios contra el pizarrón cuando te des vuelta.
Putea para adentro el olvido que tuviste,
y que hizo susurrar al tercer banco hacia la izquierda.
Después el tren, el colectivo lleno, el portafolio,
el grabador y la sabiduría a transistores.
Vuelta a casa, besos largos, fuerzas cortas para alzar al hijo,
Hoy no puedo pelear con vos de “mentirita”, estoy cansado,
tengo el sistema humano descompuesto
y el estroncio me ha oxidado el pensamiento.

XXIII Certamen Nacional de Poesía y Narrativa Breve-Seleccionado 2010
Antología "El decir textual 2011"-Editorial "De los Cuatro Vientos"

"La Pacha"


TINTA


El grito

                    

La lágrima
nace en la garganta
con una voz feroz.
El pecho se despeja de la angustia
y el rostro es herido por la sal.
¿Cuántas lágrimas se necesitan
para este dolor?

XXIII Certamen Nacional de Poesía y Narrativa Breve-Seleccionado 2010
Antología "El decir textual 2011"-Editorial "De los Cuatro Vientos"

Boceto de mural

jueves, 9 de diciembre de 2010

"Detrás de la ventana"

                                                    
Estaban allí, detrás de la ventana, entre el guano que dejaron los padres en ese nicho en la pared, emplumándose los pichones día a día.
Aquí, de este lado de la ventana, estaba ella, somnolienta.
Sentíamos, detrás de la ventana, el piar desaforado cuando se acercaba el palomo, que introducía con su pico a borbollones la apetecida comida en sus gargantas.
De este lado de la ventana estaban el ayer y el hoy, el futuro no lo sabíamos.
Estaban los pichones entre las patas de la madre, rigurosamente vigilados del precipicio de la pared; a su lado, el palomo descansaba de su tarea de padre nutriente.
De este lado la incertidumbre.
Del otro la certeza.
Nuevamente la ronda de guardia hizo su rutina, dejando indicaciones
Allí en ese hueco que los cubría de la intemperie del otoño, comenzaban a agitar las alas, desentumeciéndose.
De este lado, el calor de una taza de caldo cubría la débil cuota de alimento.
Pasaban los días y los pichones daban signos de actividad, similar a la inquieta vigilancia de sus padres.
Otra vez en el pasillo esperando la consulta, otra vez la perplejidad.
El sol iluminaba débilmente el recuadro de la pared y los plumones blancos parecían anunciarles a los pichones un futuro virtuoso.
De este lado, mascullábamos la impotencia, la incertidumbre.
Los aleteos eran múltiples ante el amparo a alas abiertas de sus padres para no arriesgar el futuro vuelo.
El estado de lasitud va en aumento, similar a nuestro desaliento.
La madre cuida al más pequeño, mientras comenzaba el otro sus horas de vuelo con su padre.
Los llantos y los abrazos nutrieron nuestra angustia; ella estaba tranquila, con el rostro laxo de la misión cumplida.
Nos acompañó un rumor de pájaros, allí volvió ella a la madre tierra que la esperaba con su vientre abierto.
El silencio, las manos juntas una sobre otra, el rostro bajo como en oración, previo a la orden de que la tierra la cubriera.
Y allí cuando nos íbamos, sobre la tierra recién movida, los pájaros cubrían su hartazgo con las lombrices de la tierra. 

XXIII Certamen Nacional de Poesía y Narrativa breve-Seleccionado-2010 
Antología "El decir textual 2011" Editorial "De los cuatro vientos"                                                

viernes, 29 de octubre de 2010

Cruz de plata (Homenaje a los pueblos originarios muertos en Potosí)

                                                      Objeto (Arte Misho)
                         (Museo de Bellas Artes "Manuel Belgrano" de Moreno (Bs. As.)

Retrato del Gral. Galt Fortuna (en uniforme de gala, después de la batalla del Ganso)

                                                           Collage (Arte Misho)
                       (Museo de Bellas Artes "Manuel Belgrano" de Moreno (Bs. As.)

viernes, 22 de octubre de 2010

LA INUNDACIÓN 2006

                                   
La camioneta repleta de todo lo rescatado por la urgencia, enfiló para el centro de la ciudad, dejando detrás la crecida del río.
Un vado nos hizo detener en el camino, lo pasamos lentamente.
El frío de la noche y la humedad ambiente nos extenuó.
El olor a agua servida, lo teníamos hasta en la piel.
Quedamos agotados, por la vigilia de tantas noches de ronda.
La casa, nuestra casa, que una vez mas quedaba atrás a merced del agua, junto con  los muebles desvencijados, el resto a la deriva.
Los carros de los cirujas recolectando, parecían carrozas fúnebres.
La luna allá arriba, comenzaba a iluminar el caserío.

Concurso de Relato breve "Leopoldo Marechal"
4ª Mención

martes, 12 de octubre de 2010

"La holandesa"1997

                                                         Técnica mixta

domingo, 19 de septiembre de 2010

MI CUNA FUE UN CONVENTILLO 2005



Los soldaditos de plomo formaban una extensa fila de dobles imágenes en el piso lustroso de largos listones de pinotea, a la vez que la llama de la estufa de kerosene le daba al ambiente calidez. Las imágenes en la oscuridad del cuarto transmitían dramatismo a la escena de guerra que se desarrollaba sobre el piso de madera.
Mientras mi madre amamantaba al hijo de la tísica de la habitación de al lado, yo elaboraba estrategias bélicas para derrotar al enemigo virtual.
Los gritos de Doña Rude llamando a su hijo menor para tomar la merienda, me quitaron de mi ensimismamiento; me llamaban a la realidad, tenía que ayudar a papá a curarse las heridas del rostro que le produjeron las llamas del horno de la panadería donde trabajaba. Recuerdo el día que entró en la pieza del inquilinato, con el rostro vendado, ¡No se asusten, es poca cosa!; no lo era para nosotros al verlo así.
…………………………………………………………………………………………….
Los ruidos venían de la calle, voces de hombres y chancletear de mujeres me condujeron a la puerta cancel, aparté piernas y asomé mi cabeza entre ellas, allí a metros
la caballería del ejército pasaba rumbo al centro, ¡Hay revolución! Dijeron. Yo volví  a mi pequeño ejército de plomo, mientras mi madre ya en la habitación le hacía las curaciones a  papá. Rumores de que se levantaban los puentes sobre el río, de represión para que los obreros de los frigoríficos no pasaran; hacían presumir una revuelta popular.
Mi madre esperaba ansiosa que le trajeran en un carro, la máquina “Singer” que había comprado en cuotas al esposo de una vecina que había muerto, ya que mi padre iba a estar quien sabe cuanto tiempo sin trabajar.
En el patio los vecinos comentaban los últimos sucesos, cambio de gabinete, reclusiones en la isla Martín García. Sentí el organito en la esquina y salí a la puerta para verlo, dentro de los dramas que vivíamos, escuchar el organito en la tarde de Buenos Aires era un bálsamo.
Me acerque al organito, justo en el momento en que la cotorrita sacaba con su pico un papel que decía “Transformar lo siniestro en maravilloso”, en ese momento no entendí lo que quería decir. 

XII Certamen Nacional de Poesia y Narrativa Breve-Editorial "De los cuatro Vientos"
Seleccionado para la Antología "Letras Argentinas de hoy"2005
          

MUJER NAIPE

viernes, 17 de septiembre de 2010

"RECUERDOS DEL CIRCO" 2006

Reía de mis compañeros de la escuela cuando se enredaban en las cuerdas caídas en la pista del circo.
Me gustaba que vieran como vivía yo en ese mi mundo.
La gente que se asomaba inquisidora a través del alambrado para curiosear como vivíamos me fastidiaba.
Recuerdo que un día de mucho calor, decidimos con mis padres comer fuera del trailer.
Una madre con un par de sus hijos, husmeaba a escasos metros de nuestro almuerzo con risitas cómplices.
Me encantaba la libertad de poder viajar, estar con mis padres en su trabajo, colaborando en más de una oportunidad, en pequeñas tareas que me encomendaban.
Mi irregularidad escolar tenía preocupados a mis padres, pero en las tantas escuelas que recorría en el año, siempre fui buena alumna.
Un día ese día que no me lo olvidaré mientras viva, mis padres decidieron dejarme con mi abuela en la Capital.
Ello me valió cursar regularmente mi escolaridad, hasta recibirme de maestra.
Los argumentos de mis padres, no fueron compartidos por mí en ese momento ni lo son ahora.
Desde aquel desgraciado accidente cruzando por las montañas de un pueblo al otro, que no tengo a mis padres.
Mi vida hubiese sido otra, o mi muerte, pero de todas maneras, hubiese sido mía.

Mención Especial-Editorial "Epílogos"-1er. Concurso de Poesia y Narrativa-2006

"LA FAUNA HUMANA"

                                                          FUNCIONES-2010

jueves, 16 de septiembre de 2010

"ESTRATAGEMA"

                                                       CORTOMETRAJE-2010
                                                       MENCIÓN en FICCIÓN
                                                     "R.ROJAS" (C.Aut..Bs.As.)

jueves, 9 de septiembre de 2010

lunes, 6 de septiembre de 2010

BELLA I

                                                                                                                                                                                                                

                                                                                         DIBUJO                                                                                  

sábado, 28 de agosto de 2010

"Te espero a la salida"

I
Me tenía harto, la trabada del pié en el recreo y la caída, el pisotón en el baño y el último acto agresivo, la aparición de mi cuaderno en el tacho de desperdicios del aula.
En el último recreo, tuvimos un roce casual, nos medimos y me dijo”te espero a la salida”. El espacio preferido para dirimir conflictos es la salida de la escuela y esta vez me jugaba el todo por el todo, no había vuelta atrás. Muy pocas veces me había peleado, era nuevo y mi actitud era pacífica, en cambio Diego, el “rusito”, tenía habilidad para que no lo agarren “in fraganti”. Era grandote, rubio y con pecas en toda la cara, hijo del peletero del barrio, que tenía el negocio sobre la avenida.
Me sentía forastero en la ciudad. De mi escuelita con techo a dos aguas, con palenque para atar los caballos, a esta escuela con escaleras de mármol y varios patios con bebederos, baños espaciosos y aulas de material, había una diferencia abismal.
Los primeros días de clase quería desaparecer debajo del pupitre, tanta era la vergüenza.
Mi maestro era provinciano, y a pesar de su carácter un tanto autoritario, tenía gestos hacia mí que indicaban protección. Como aquella vez que en Ciencias Naturales preguntó por los tubérculos y nos hizo pasar al pizarrón para que dibujáramos una planta de papas: todos dibujaron un árbol con las papas colgando. Finalmente me hizo pasar a mí, tenía habilidad para el dibujo y no me costó mucho trazar la línea de tierra, para diferenciar la planta con sus hojas y los tubérculos por debajo.
Tantas veces habré visto roturar la tierra, plantar y esperar pacientemente la cosecha.
Los elogios del maestro, no solamente por el correcto diseño sino por el conocimiento puesto de manifiesto en los detalles, constituyeron el primer acto reivindicativo que tuve en la escuela.
Nunca tardé tanto en llegar desde el pizarrón hasta mi banco; mi mirada panorámica recorría los rostros entre asombrados y extrañados de mis
compañeros.
A partir de ese momento mi actitud cambió, me sentí con autoridad, (por lo menos en lo que hace a los tubérculos en Ciencias Naturales)
Lo que no recordé es la mirada de indignación de mi rival, cuyo fuerte eran las Ciencias Naturales y uno de los autores del ridículo árbol de papas.
Tenía todos los miedos juntos, quedar como un cobarde frente a mis compañeros que me respetaban después de aquella clase en la que quedó en ridículo mi agresor; no saber si mis fuerzas físicas y anímicas estaban a punto para dirimir el conflicto y entre otras cosas, si estaba convencido de que era la manera de solucionar el conflicto.
II
La salida fue tumultuosa, como reguero de pólvora corrió la noticia de la pelea, la platea de espectadores prometía ser numerosa.
Yo vivía una pelea interior, además de la que sobrevendría.
Transitamos las calles hasta llegar al lugar de la pelea entre apuestas de los posibles espectadores y nuestras nerviosas sonrisas.
Se formó el corro alrededor nuestro, el protagonismo era mas que evidente, allí se dirimía el honor de ambos, y el posible escarnio para el perdedor.
Los delantales hechos un ovillo en el piso junto a los portafolios y las camisas arremangadas, marcaban el inicio de una pelea feroz.
El puñetazo en plena nariz me dejó aturdido, una oleada de calor empezó en el estómago y terminó de enrojecerme las mejillas. Como un felino pegué un salto sobre él, lo derribé y con las manos en el cuello intenté ahogarlo. Aún recuerdo sus ojos enrojecidos, su boca entreabierta y sus manos crispadas sobre las mías.
Les costó a los demás desprender mis manos de su cuello.
III
Al día siguiente la calma fue total; solamente el entrecruzamiento de las miradas de ambos denotaba signos de conflicto.
En los recreos, conversaciones al oído y miradas significativas de mis compañeros eran indicios de lo sucedido.
En la clase de Ciencias Sociales el maestro habló de la violencia en el mundo y la posibilidad que las nuevas generaciones se traten entre sí con una mayor diplomacia. Nos miramos como intuyendo que el San Benito era para nosotros.
En la clase de Educación Plástica el maestro decidió dar Lengua, pues decía que estábamos atrasados en esa materia; el tema del trabajo escrito, fue “Relata un incidente callejero a la salida de la escuela”. Estas dos evidencias nos marcaban con claridad que el maestro estaba enterado de nuestro conflicto.
El problema personal pasó a un segundo plano, queríamos saber quien había alertado al maestro de nuestro problema.
El próximo plazo consistía en plantear una estrategia para individualizar al informante y para que el maestro no sospechara de nuestro problema. Porque en definitiva los problemas eran nuestros y los teníamos que resolver nosotros.
Decidimos reunirnos en la esquina de la cortada, donde nos habíamos peleado.
Había un cerco de zarzaparrilla, que nos sirvió para fumar la reconciliación como dos jefes de tribu.
Recorrimos las películas policiales que habíamos visto en el cine del barrio para elaborar una táctica adecuada, ninguna nos satisfizo
El último recurso que quedaba era correr un manto de olvido e ignorar lo sucedido ante propios y extraños.
Nació entre nosotros una de las mejores amistades que tuve en mi infancia.
IV
La época de la poda de árboles se acercaba, era necesario entonces acopio de leña para la fogata de San Pedro y San Pablo.
Decidimos con mi nuevo amigo prepararnos para defender la leña de nuestro barrio, ya que en los aledaños carecían de ella y en incursiones nocturnas, según me comentaron, se la llevaban.
La primera tarea era reservar hasta tanto se produjera la poda, todo lo quemable que hubiera en nuestras casas; situación que creó pánico en los hogares del barrio, ante el original criterio que teníamos de seleccionar el material combustible.
Estábamos atentos al camión de la Municipalidad
Debajo de la pira de leña, empezamos a guardar lo recogido en nuestras casas. A muchos de nuestros compañeros los padres los habían amenazado con tirar todo lo recogido a la calle sino lo desalojaban en horas.
V
Llegó el día de la fogata, nunca pensamos que movilizaríamos al barrio de esa manera.
Las protestas de los mayores por el acopio desmedido en los hogares del material combustible, se transformó “mágicamente” en un apoyo generalizado; en el momento de la quema nos dieron consejos que no habían pasado por nuestras mentes.
El “gordo” y el “coreano” fueron los encargados de conseguir las cubiertas de autos para quemar en la base de la “fogata”; eran los más grandes y podían traerlas rodando desde la gomería que quedaba a diez cuadras del barrio.
Pasábamos de organizadores a protagonistas y viceversa, el entusiasmo para que todo saliera bien, no nos dejaba dormir.
Las noches eran interminables, nos despertábamos sobresaltados por el posible robo de leña, pesadillas que nos mostraban llamas que se remontaban al cielo.
Y llegó el día tan esperado, el atardecer se hacía largo.
Diego, “el rusito”, tenía en la casa el muñeco que habíamos construido con el asesoramiento de un viejo ayudante de escultura que trabajaba en la Municipalidad en restauración de estatuas.
Ramas de distinto tamaño atadas con hilos y ajustadas con alambre de fardo, formaban el cuerpo y los brazos y un palo largo hacía las veces de columna vertebral.
La vestimenta era tan anárquica que no se podía definir el sexo y remataba en
un sombrero negro de ala ancha que nos regaló una señora de su finado marido, que culminaba la ornamentación.
Todos los detalles estaban previstos, kilos de papas y batatas se acumulaban en la vereda para ser arrojadas al fuego para su cocción.
La ansiedad nos urticaba tanto que en el momento de prender el fuego, tuvimos que salir corriendo a buscar los olvidados fósforos.
Por fin las llamas iniciaron el chisporroteo que se incitaba con la lluvia de sal gruesa que arrojábamos al fuego.
Instintivamente comenzó alrededor del fuego una ronda que se hizo vibrante en gritos y cantos.
El calor en las mejillas y los ojos brillantes se multiplicaban.
Agarrados de la mano o girando en círculos enlazados del brazo, nos sentíamos contagiados de alegría.
Allí nos encontramos uno frente al otro, Diego “el rusito” y yo, y nos dimos un profundo abrazo.


XVII Certamen Nacional de Narrativa y Poesía 2007
Editorial ZONA Seleccionado para la Antología "RETRATOS"

jueves, 19 de agosto de 2010

"EL APARECIDO"

El despertador suena insistente, la noche se tornó pesada por la humedad, son esos momentos en que uno quisiera abandonarse a su suerte.
El rápido desayuno para salir a trabajar, e indagando por la ventana, el tiempo que hace afuera de la casa.
Los árboles de la vereda de enfrente semejaban siluetas recortadas sobre un fondo gris, el de la neblina.
Las gotas de humedad cargan las cejas, el bigote y los párpados, el asfalto húmedo da la sensación de haber llovido copiosamente, pero no es así.
La marcha se hace pesada por el calzado y el terreno, inestable por lo barroso.
Las cuadras hasta la estación del ferrocarril se hacen interminables. Aquello que reconocemos diariamente, hoy es un paisaje brumoso casi desconocido.
Miro el reloj, extrañado de caminar solo por las calles a esta hora.
Faltan unas pocas cuadras para llegar a la estación del ferrocarril,oigo el chirriar de los frenos del tren que llegó.
El otoño se manifiesta gris y el comenzar la labor del día con un clima semejante, no lo hace a uno predispuesto a la tarea.
Al llegar a la plaza, veo un par de vehículos que cruzan la calle principal.
Los árboles de la plaza son figuras extrañas, semejan esas manchas de humedad en las paredes o las nubes que cambian de forma.
Siento en la planta de los pies el pedregullo al pisar, el silencio ahora es total.
Ingreso a una especie de nube formada por la neblina, a medida que me acerco a los árboles éstos me descubren su forma.
Distingo a la distancia una mancha blanca, que a medida que avanza tiene el aspecto de una larga figura humana.
Estoy en mi pueblo, ésta es su plaza, estoy llegando a la estación; estas reflexiones me las hago para tranquilizar mi espíritu.
Empiezo a distinguir su toga blanca, la melena y la barba, avanzaba con paso lento y con los pies descalzos.
Cuando nos cruzamos, siento su mirada penetrante, la mía mira la neblina.
Mientras avanza, giro la cabeza despacio hacia mi izquierda, tratando de distinguir la figura que se iba.
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Y la figura ya no estaba en la plaza.

XIIII º Certamen Nacional de Poesía y Narrativa 2006
Antología “Paisaje literario Argentino” Editorial Zona
1ª. MENCIÓN

martes, 17 de agosto de 2010

"Ciudad y Villa"

Collage-Patrimonio del Museo Municipal de Bellas Artes
"Manuel Belgrano"del Distrito de Moreno-2007

"Aguila azteca"

                                                                                          Arte digital-2008

lunes, 16 de agosto de 2010

“ESA SIMPLE FLOR”

Esa flor lo atraía profundamente, lo saludaba con su cabeceo grácil de margarita. Las otras flores la rodeaban como un séquito blanquiamarillo.
Su manita se extendía en un aleteo de aprensión y la flor estaba firme en lo alto, ante ese brazote de fuerza casi hercúlea, armado de fuertes y diligentes tenazas regordetas que querían tomarla.
La cola de mujeres, niños y ancianos, atestiguaban el consumo de kerosén para mitigar el frío, columna que ondeaba como un ciempiés en la vereda de la villa.
Casi estaba a la misma altura, poco más, poco menos; la guarda de la baldosa que pisaba su piecito estaba a la izquierda de la flor. Esta lo miraba de frente, a la cara, inclinada apenas por un bichito de San José que se le posó tratando de indagar con sus antenas la profunda blancura de sus pétalos.
El brazo tenso de la madre lo hacía retroceder unos pasos, pero su tozudez lo volvía a su posición anterior.
Lo asombró cuando se abrió en dos el caparazón del insecto como un antiguo arcón, abrió sus alas y con un doping espectacular, cruzó temerario entre los autos que corrían como una fotografía movida.
Las nubes negras que venían del sur, presagiaban más frío todavía para las manos ateridas de la larga cola esperando el combustible.
Tenía tensos los deditos y un rictus ansioso en esa cara en que las cejas asombradas se escondían en el flequillo.
La punta de los pies le daba nervio y belleza a ese paso de ballet hacia la flor. Esa simple margarita que sobrevivió a los perros, a los paquetes de desperdicios y a la excesiva prolijidad de alguna vecina en ese oscuro pie del árbol.
De pronto la cola comenzó a moverse con cierta rapidez y él trastabillando quedó con sus cinco dedos ateridos saludándola.

Seleccionado para el Premio GEER (SADE)-2005

"DECIR SI"

                                                
AFICHE DE LA OBRA
"DECIR SI" DE GRISELDA GAMBARO
   REPRESENTADA EN EL AÑO 2009 

"Martín Fierro"

Portada del libro del autor Cesar Stancanelli-2009